Rebeca Teijeiro
Una mujer cuya pasión por el amor incondicional y la cercanía de un Dios que siempre te cuida se manifestaba en su profundo aprecio por los demás, reflejado en su cuidado, ternura, empatía y su continua unión de las experiencias de la vida con Cristo que la transformó por completo..
Biografía
ENAMORADA DEL AMOR SIN CONDICIONES
Rebeca Teijeiro Sanandrés.
La semilla
Rebeca Teijeiro nace el 20 de octubre de 1994 en Toledo (España). Sus padres, Adolfo Teijeiro e Inmaculada Sanandrés, en ese momento vivían en Ronda (Málaga) debido a la profesión de Adolfo, pues es militar. Rebeca es bautizada al mes siguiente, el 27 el noviembre. Años después, ella decía que el día del bautizo debería ser el día más importante para un cristiano, y que tendría que celebrarse más que el cumpleaños, pues es en ese momento cuando comienzas tu camino al Cielo.
Rebeca es la segunda de tres hermanos, a los que quería con locura; Inmaculada es la mayor y Adolfo el pequeño. Su madre vive toda la infancia de los tres hermanos dedicada por completo a ellos, deja su trabajo para poder hacerse cargo de todas las necesidades y cuidados de su familia, y asi poder seguir a Adolfo en sus diferentes destinos. En esta familia es donde Rebeca conoce el amor y aprende a amar.
Más adelante, en diciembre del año 2000, se establecen en Toledo, en el barrio Santa María de Benquerencia, conocido generalmente por "el polígono". Aquí Rebeca y su hermana Inma encuentran su primera familia espiritual encarnada en la parroquia de San José Obrero recibiendo allí los sacramentos, va a Misa cada domingo, canta en el coro con mucha ilusión, va a los campamentos parroquiales, primero como acampada y después como monitora, forma parte activa de la parroquia.
Rebeca vive una infancia bonita, sencilla y familiar. Es una niña risueña, alegre, nerviosa, caprichosa y coqueta. Le encanta ser el centro de todas las miradas. En esta tierna etapa comienza a tener muchas inquietudes y grandes sueños como, por ejemplo, la de ser misionera y ayudar a los demás. También es aficionada al deporte y se apunta al Club de Atletismo del barrio, con el que compite en muchas ocasiones tanto en carreras como en marcha y salto de altura.
Los brotes
Durante su juventud, Rebeca va al instituto, donde no era una estudiante brillante, ya que dedicaba mas tiempo a soñar como seria su vida que al estudio. Durante un tiempo va a visitar enfermos con las Siervas del Evangelio del barrio y participa en algún voluntariado que organiza la parroquia en comedores sociales.
Crea amistades que durarán años en el seno del grupo de jóvenes de San José Obrero. Alli se comienzan a hacer oraciones de jóvenes en las que participa. También va con amigos a peregrinaciones que organiza la Pastoral de Juventud de la diócesis de Toledo, como el Camino de Santiago o la peregrinación a Guadalupe.
Durante su etapa preuniversitaria, Rebeca está muy ligada a la Iglesia. En las distintas Semanas Santas participa de la “Pascua Interna”, donde profundizaba sobre el sentido y preparaba el corazón para la muerte y resurrección del Señor.
A Rebeca le gustan tanto estas experiencias, que las comparte con el que sería su marido, César; al que conoce los primeros días de universidad en Talavera, donde ambos estudian primero de Terapia Ocupacional.
César Púa natural de Extremadura es un buen chico, que no cree en Dios cuando conoce a Rebeca. Aun así la compaña a algunas actividades de la parroquia y a Misa cuando viene a Toledo los fines de semana. Muy poco a poco va cambiando su corazón, de la mano de Rebeca y con ayuda de un amigo muy importante en la juventud de Rebeca, Oscar Torres, que entonces era seminarista.
La sequía
Durante la universidad, la fe de Rebeca comienza a enfriarse poco a poco en un proceso lento pero que hacía incompatible su vida con los deseos y luces que el Señor había puesto en su corazón desde niña. Al mismo tiempo empieza a encontrar nuevas ilusiones que llenan su día a día: comienza a entrenar en el gimnasio con César y en ese ambiente conocen a Alfonso, muy influyente en el mundo del culturismo, quien entrena a Rebeca para competir en la categoría de Bikini Fitness.
Se gradúa en Terapia Ocupacional, y realiza una entrevista en una empresa multinacional donde empieza a trabajar. Rebeca se centra mucho en su trabajo, a pesar de su juventud es una chica muy responsable y trabajadora. Pronto sus jefes ven potencial en ella y le proponen ser responsable de equipo y trasladarse a Badajoz. Después de mucho pensarlo, decide, junto con Cesar, aceptarlo. Allí comienzan una dura etapa en la que Rebeca inicia una búsqueda de algo que llenara el vacío que sentía. Rebeca sigue destacando por su gran responsabilidad y capacidad, y aunque nunca pierde su alegría y sonrisa, Dios no formaba parte de su día a día y no se encontraba a gusto con esa vida “exitosa", aun así sigue teniendo una gran proyección dentro de la empresa y se le ofrece la posibilidad de ser Directora de otro centro, lo cual supondría un nuevo traslado lejos de su familia y entorno.
Espiritualmente Rebeca se encontraba muy mal. Había tocado fondo. Era muy joven, tenía un buen sueldo y su vida laboral iba en progreso demasiado rápido. Aparentemente, ¿Qué mas podía pedir? Sin embargo, había abandonado los amores de su vida: su relación con Dios era inexistente, el tiempo que podía dedicar a su novio, amigos y familia era escaso y los sueños de entrega a los demás habían sido sustituidos por una escalada en el crecimiento personal y laboral que le dejaba seco el corazón. Esto le pesa como una losa y Rebeca pasa una etapa muy dura, pensando permanentemente que el triunfo que el mundo le había vendido no era otra cosa sino vacío. Entonces pasa algo que cambia el rumbo de la vida de Rebeca.
La lluvia
Óscar Torres, amigo de Rebeca, va a Lourdes y es allí donde cambia la vida de Rebeca. Óscar ofrece una vela a la Virgen orando por ella, ya que sabía que estaba pasando una mala época. Al día siguiente Rebeca se levanta por la mañana con la determinación de romper con todo, y dice Sí a los planes de Dios. Vuelve a los orígenes de su vida, cerca de la Iglesia. Deja el trabajo, regresa a Toledo a casa de sus padres y comienza un precioso camino de oración, preparación espiritual y acercamiento al Señor con ayuda de amigos sacerdotes. Dedica un año entero a rezar y a hacer voluntariados con ancianos y discapacitados.
A partir de ahí aprende lo que es la palabra providencia (una de sus palabras preferidas). Florecen sus amistades y también la relación con César, quien se queda viviendo en casa de sus padres en Extremadura.
El fruto
En este año dedicado a Dios, Rebeca empieza a dar un cambio radical a su vida. Ahora quiere vivir una fe auténtica en todos los aspectos, quiere reaprender y profundizar en las enseñanzas del Evangelio e intenta ir aplicando cada una de ellas en su vida. Su fe se vuelve expansiva y unida a su capacidad de liderazgo natural quiere ayudar a otros, a sus amigos y familia primero, a descubrir lo que ella estaba viviendo: que solo Dios llena el corazón. Así convoca a jóvenes a una Pascua tras la cual busca cómo hacer que puedan continuar en vida de oración y cerca de Cristo. En Hakuna, movimiento eucarístico, descubre el mejor modo de acercarse ella y los suyos al Señor. Reúne a amigos y jóvenes del barrio en su garaje para explicarles lo que era una Hora Santa de Hakuna y, como guiados por el Espíritu Santo, alejados del Señor y cristianos de toda la vida se dan la mano para comenzar la revolución de Hakuna en Toledo. Lo que empezó con pocos en la capilla de Santa María de Benquerencia se fue convirtiendo en apenas 3 años en una fuente de 5 Horas Santas semanales en la ciudad donde todo el mundo podía acercarse a beber y disfrutar en libertad de estar con Jesús. En Cristo Hostia rebeca encontró siempre su refugio, le encantaba llevar a la gente con la que quedaba ante el Santísimo y pasar largos ratos de oración. Rebeca se empapó del estilo y la vida de Hakuna por su deseo de llevar a todos a Jesús y que no se perdiera ninguno.
A las pocas semanas de las primeras Horas Santas con Hakuna, Rebeca se va a Guinea con un grupo de jóvenes, un seminarista y un sacerdote. Rebeca es feliz, está llena y con más fuerza que nunca. Posteriormente viaja a Perú con un grupo de mujeres a las que admiraba y que van a menudo desde España. Todas estas experiencias de misión son el empuje para evangelizar en su día a día con todos y en Toledo. No pasaba un día en su vida que no intentara ayudar a otro a llegar a Cristo, que no tuviera una llamada o mil mensajes para preocuparse por alguien o que no se abriera y entregara del todo y con una sonrisa al que veía por primera vez.
La luz
Estando Rebeca en Valdecaballeros pasando unos días con la familia de César, sufre una grave hemorragia interna por la que la tienen que operar de urgencia, le extirpan un ovario y ve peligrar la maternidad que tanto ansiaba. Tras este episodio, Rebeca se acerca más a Dios ya que se dio cuenta de que justo antes de que la metieran en quirófano no se abandonó a la voluntad de Dios y por lo tanto su muerte no hubiera servido para nada. Ella tenía la sensación de que todavía no se había acercado suficiente a Dios. Fue un punto de inflexión muy importante en su vida y tras el cual comienza a ver a Dios en cada esquina.
Rebeca y César se casan el 7 de agosto del 2021 en la parroquia de Santa María de Benquerencia tras un noviazgo de 8 años. Viven en Toledo y al poco tiempo Rebeca se queda embarazada. Este fue un momento de inmensa felicidad para Rebeca y Cesar. la providencia había hecho posible su embarazo. Deciden comprar una casa en el barrio de Santa María de Benquerencia, tras pensar en cómo y dónde querían que su hijo viviese.
El 3 de julio del 2022 nace César Púa Teijeiro, su querido hijo. Todo era perfecto y la alegría era indescriptible para toda la familia. 5 días mas tarde, el 8 de julio se despierta con fuerte dolor de cabeza, y tras dar el pecho a su hijo, ingresa en urgencias. Allí la situación se complica, sufre una hemorragia cerebral y tras pasar ocho días en la UCI, el día 16 de julio de 2022, con 27 años, Rebeca va al Padre, el día de la Virgen del Carmen, acompañada de miles de oraciones, Misas y Horas Santas que habían estado celebrándose, durante los ocho días que duro su ingreso, en todas las partes de España e incluso de otros países, pidiendo por su recuperación. Los planes de su familia y amigos no fueron los planes de Dios.
El tanatorio se llena de oraciones y canciones tal y cómo le encantaba a ella. La Misa de entierro presidida por su amigo sacerdote Óscar, es impresionante no solo por el volumen de personas que asisten, si no más bien por el ambiente de paz, oración y acción de gracias que se respira. Los numerosos sacerdotes a los que ella había ayudado a fortalecer en su labor por los jóvenes cargaron con su cuerpo al finalizar la celebración y así acabó su paso por la tierra, con dolor pero con una alegría y esperanza que no eran de este mundo.
Tras su muerte no han parado de llegar hasta hoy testimonios de las incontables personas a las que Rebeca ayudó y acercó al Señor en lo escondido y sin que nadie lo supiera.
Testimonios
Sofía Gutiérrez Soto
Religiosa Angélica
Compartiré la experiencia de mi relación y convivencia con Rebeca Teijeiro Sanandrés, Directora de la residencia Hogar Madre Genoveva que comprende el periodo desde el 8 de septiembre de 2021 (día en que llegué destinada a esta misma residencia, hasta el 7 de julio de 2022, día en que recibí su último mensaje por wasap.
Rebeca comenzó a trabajar en la residencia el 1º de enero de 2020 en Terapia Ocupacional, al año siguiente -1º de enero de 2021- se le hizo el contrato indefinido y con esta misma fecha comenzó a ser, además, la Coordinadora del personal, el 31 de mayo de 2021 asumió la Dirección de la residencia.
El trato con ella era de forma constante, buscando siempre la buena relación con las hermanas, con el personal y el buen funcionamiento de la casa,.
Residiendo en Zaragoza se me indicó que, en Toledo mi nuevo destino encontraría a Rebeca como Directora, mucho antes de llegar, hice una búsqueda en internet para saber quién era pues me habían dicho que era una joven creyente, muy madura, buena, capaz y muy resolutiva. En internet encontré a una Rebeca muy activa en redes sociales, mucho ejercicio físico, mucho tesón marcándose metas y llevándolas a término, alguien muy movida, pero al menos en facebook no tenía actividad desde el año 2019; al llegar ya a Toledo no podía creerme que esa persona que aparecía en redes sociales fuese la misma pues se percibía enseguida que había vivido un gran cambio.
Al llegar nos presentamos pero fue hasta el 13 de septiembre de 2021 cuando tuvimos la primera entrevista, nos presentamos, compartimos brevemente cómo era cada una; puedo decir que, a partir de ese encuentro, el tema espiritual fue constante en nuestras conversaciones, pero sin postureos ni formalidades, era espontáneo y sencillo.
Rebeca tenía una gran capacidad de empatía, desde el primer momento de verla, tenías la impresión de que hacía años que la conocías, era muy cercana, se preocupaba del personal, de las residentes y de sus familias y se interesaba por ti, te preguntaba, estaba atenta a tus expresiones, le resultaba fácil acertar tu sentir y si no prestabas atención, terminabas siendo tú el centro pues buscaba la forma de no hablar de ella y lo hacía con tanta naturalidad que la otra persona, si no estaba atenta, se desahogaba sin ninguna dificultad.
Desde ese primer encuentro acordamos cómo comunicarnos en el día a día; las dos teníamos un servicio en el que la relación personal no podía faltar, como superiora y directora, hablamos de las cosas que había pendientes, de la actividad diaria propia de la casa, enseguida se puso en disposición a ser rectificada cuando fuese necesario, así iniciamos la convivencia que en principio era laboral, pero en el día a día, trabajo y espiritualidad era una misma realidad. Como persona y como directora, Rebeca era muy transparente, tenía confianza en expresar cualquier asunto, preocupación o proyecto y era muy prudente pues buscaba el lugar y el momento para expresarlo y lo hacía con mucha delicadeza.
Puedo decir con sinceridad que desde los primeros días de conocer a Rebeca descubrí en ella “un algo especial que la hacía diferente al resto”, era muy natural, discreta, sincera, sabia, sencilla y dócil, consultaba todo lo que consideraba de importancia y sólo después de haberlo llevado a la oración, tomaba una decisión.
El 18 de septiembre, día en que celebro mi santo, era sábado, Rebeca me envió un mensaje de felicitación, contesté agradeciendo y volvió a escribir donde reflejaba claramente su espiritualidad, su confianza, su sencillez, su disponibilidad.
Al mes siguiente, en octubre de 2021, sabiendo que estaba programada una reunión congregacional en la que participaría ella como Directora junto a Directoras y equipos técnicos de las casas que tenemos en España, estando de viaje, me envió un audio preguntando si durante el encuentro, participaríamos en misa o dedicar un tiempo para la adoración pues reconocía que este aspecto era la esencia de Santa Genoveva y de las Angélicas, expresaba que era super importante rezar juntos, estar unidos ante Dios y sugería dejar esto opcional, quien quisiese participase pues eso era lo que marcaba la diferencia, también exponía que quizá era una tontería pero no había parado de darle vueltas en su cabeza y así lo exponía, estaba tan convencida que la adoración es esencial en la vida cristiana que buscaba la forma de que otros llegasen a experimentar lo que ella vivía por dentro
Concretamente ese 7 de octubre viajamos juntas, desde Toledo a Zaragoza y lo hicimos en tren, hablamos durante el trayecto, no podían faltar las preguntas recíprocas sobre la vocación de cada una, al mismo tiempo pregunté qué le había hecho dar un giro en su vida, expresó con todo detalle el testimonio que está publicado de “quiero ser santa”, cómo había tenido un buen trabajo que al final no le llenó, cómo vivió ese año de discernimiento, cómo llegó a esta residencia-hogar Madre Genoveva, cómo encontró en la adoración su vocación personal, lo contaba con mucha alegría, convencida de ese encuentro palpable con Dios que le hablaba en cada acontecimiento, me compartió lo contenta que estaba con sus padres y hermanos porque veía cómo Dios les iba transformando.
Y ya en Zaragoza visitamos a la Virgen del Pilar en su basílica y a santa Genoveva Torres en su capilla, no podía ocultar su devoción a la Virgen y a los santos. Durante el encuentro estuvo muy contenta, muy receptiva y agradecida por los temas tratados y soñaba con colaborar aportando su experiencia e invitando a acercarse a Dios.
Respecto al aspecto familiar, laboral y espiritual, Rebeca era muy transparente, compartía sin dificultad lo que pensaba, sentía, deseaba.
FAMILIA
Rebeca amaba a su familia, vivía orgullosa de ella y le hacía ilusión que los conociese, se admiraba y agradecía el que César, sus padres y hermanos viviesen la fe en Dios, incluso su hermano había buscado trabajo “con sentido” como ella solía decir.
Vivía a tope su fe, pero no era algo improvisado pues desde niña, según me compartía, frecuentaba las celebraciones en su parroquia, del recuerdo de esa época estaba el hecho de cantar, tenía una voz preciosa, eso lo notábamos cuando cantaba durante el tiempo de adoración en el grupo Frontera de Hakuna Toledo.
ASPECTO LABORAL / ESPIRITUAL
Rebeca daba a cada cosa su lugar, el trabajo era trabajo y no había porqué mezclar con otros aspectos, pero lo fusionaba con el aspecto espiritual porque lo consideraba inseparable, los e-mails que intercambiábamos eran relacionados al funcionamiento de la residencia, al personal, al mantenimiento de la casa, a cosas pendientes. En los encuentros personales para informarnos o decidir sobre algunas cosas de la residencia era muy cercana y sencilla, le gustaba consultar, pedir el visto bueno, sugerir y también bromear… y en esos momentos era inevitable compartir verbalmente el tema espiritual que, si no teníamos cuidado con el reloj, una hora transcurría con la sensación de haber estado diez minutos.
Recuerdo que muy al principio me dijo que ella necesitaba rezar algo de lo que nosotras rezábamos pues comprendía que, como Directora, el sentido de pertenencia a la institución a través de esta residencia, también se debía reflejar en ello, le dije que con lo que ella solía rezar tenía bastante y le dije: mira, nosotras tenemos la adoración como algo esencial y tú ya la tienes como vocación principal, nosotras la devoción a la Virgen, el rezo del rosario y tú lo rezas a diario y aun así seguía insistiendo; cuando conseguía respuesta a lo que pedía se quedaba serena.
También pidió permiso para participar diariamente en la Eucaristía privándose del rato correspondiente de descanso y estaba disponible a recibir un `no´,
lógicamente que, conociéndola, aceptase su petición encomendándole la lectura de los viernes y no contenta con eso, pidió autorización para que el personal que lo desease tuviese la misma oportunidad. Rebeca experimentaba paz participando en la celebración y así lo expresaba con sencillez cuando hablábamos, tenía mucha paciencia con quien no veía la necesidad de Dios que ella sí experimentaba, le gustaba invitar, pero nunca obligar.
En uno de esos encuentros para ponernos al día, expresaba su deseo de ser Directora con un plus humano y espiritual y preguntaba cómo podía serlo, aunque le hacía ver que ya lo hacía desde su forma de ser, no se contentaba, algo había que contestarle.
Reconozco que me cuidaba en lo que le decía pues enseguida ponía en práctica aquello que sugería, aconsejaba o pedía; al poco tiempo de conocernos me envió un listado de lo que tenía programado hacer durante la semana con horario para cada cosa, esto con el fin de revisarlo, anotar alguna observación o dar el visto bueno, le compartí que en lo cotidiano no siempre sale al pie de la letra pues conociéndola por un lado que se proponía algo y lo llevaba a término y sabiendo por otra que la vida no es lineal y está llena de imprevistos, le sugerí modificar algún detalle y ser paciente cuando no fuese posible realizar lo propuesto; rápidamente rehízo lo que proponía y nuevamente lo presentó para saber mi parecer; en ello descubría su docilidad interior, sus deseos de vivir desde la experiencia de Dios con discreción, sin ruidos: “Que nunca perdamos de vista que todo lo hacemos por y para la gloria de Dios. Y Él nunca defrauda”
COSAS QUE LE MOLESTABAN
Descubrí en ella tres cosas que le molestaban muchísimo y no tenía apuro en verbalizarlas confidencialmente:
-
Las personas que hablan mucho de valores, de espiritualidad, de ser mejores y de otras maravillas, pero se evaden del trabajo.
-
Las personas que no viven la sinceridad
-
Las deferencias hacia ella (no permitía ninguna distinción)
HAKUNA
Para el curso 2021-2022, antes de llegar una servidora a Toledo, Rebeca ya había pedido permiso para que la capilla de la residencia fuese el lugar de encuentro formativo y de adoración para el grupo Frontera y renovó esta petición en ese mes de septiembre, evidentemente aceptamos que viniesen a esta casa. Sabiendo por ella misma que era -con otros jóvenes- quien había promovido que se estableciese Hkn en Toledo, se presentaba como una participante más, sólo se sabía que estaba en el grupo por su extraordinaria voz cuando cantaba pues en ningún momento salía a relucir, era la coordinadora quien daba los avisos, pero al final, solía ayudar a recoger lo que habían colocado para la adoración. En una ocasión le pregunté por qué no figuraba para nada durante los días que se reunían, siendo que era importante dentro de este grupo, entonces me explicó que seguía un criterio, el de no aparecer como el centro y de esta forma se
encargaba de nombrar una coordinadora en cada grupo y sin llamar la atención, buscaba que funcionase bien porque no se creía ni quería ser centro, que incluso en alguna reunión que tenían, no asistía para no condicionar a los participantes.
VIVIR CADA DÍA COMO SI FUESE LA ÚLTIMA JORNADA DE SU VIDA
Sólo tomando distancia de los acontecimientos, puedes descubrir un mensaje en los mismos. Durante este año, desde dentro he vuelto mi mirada hacia atrás y he reavivado en mi mente y corazón la experiencia de haber convivido, de cerca, con Rebeca y puedo decir que vivía intensamente todo lo que realizaba.
Siempre he pensado que la grandeza de una persona se palpa cuando ofrece, sin envidias ni recelos ni reservas, todo lo que sabe, lo que ha aprendido, lo que tiene.
Puedo asegurar que especialmente los últimos meses (enero a junio 2022) Rebeca vivió e hizo todo como si fuese el último día de su vida y en función de eso ordenó archivos, carpetas, expedientes y lo más grande, transmitió todos sus conocimientos.
Desde que compartió la noticia de su embarazo, las dos comenzamos a pensar quién podría suplirla cuando se diese de baja por maternidad, que fuese de confianza y así, de tanto en tanto hablábamos de esto y las dos proponíamos posibles nombres del mismo personal, pero finalmente fue necesario contratar a alguien, inicialmente con media jornada para ver si era la persona idónea. Rebeca hizo varias entrevistas, al final se contrató a la persona que mejor cumplía el perfil para la residencia a quien explicó lo que ella hacía, cómo y cuándo, me decía que había aparcado trabajo por explicarle todo con detalle y así, cuando ella cogiese la baja, no hubiese problemas para la residencia y al mismo tiempo le aconsejaba cómo actuar en cada circunstancia pidiéndole que de todo trámite enviase una copia al correo de dirección para cuando ella volviera tuviese toda la información y así darle seguimiento y siempre se ponía a disposición de cualquier cosa que se necesitase de ella.
Para Rebeca el trabajo era muy importante, siempre estaba pensando en la residencia, buscaba la forma de no faltar, estar el menor tiempo fuera, se preocupaba e interesaba porque todo transcurriese bien. De lunes a viernes tenía una rutina: llegaba muy pronto, iba directamente al oratorio donde hacía un rato breve de oración y después entraba a su despacho, a las 12 hacía otro alto para ir a Misa, raramente faltaba a la celebración y esto ocurría cuando tenía mucho trabajo o alguna entrevista, visita o imprevisto. Pensando en su baja por maternidad, me decía que volvería pronto a trabajar, aunque fuese media jornada o menos, su deseo era volver, se encontraba feliz y estaba muy implicada en la residencia.
Los primeros tres días del mes de junio (2022) que eran los últimos que venía a trabajar, antes de coger sus vacaciones y la baja por maternidad, los vivió con mucha intensidad con el fin de dejar todo en orden. El día 1 me escribió lo siguiente:
Madre, quería consultarte si ves bien que avise a las familias de que me voy por el grupo de familias, dejando a Natalia en mi lugar para dar tranquilidad. O lo ves excesivo. También había pensado el viernes
despedirme en el comedor de las señoras.... Ya me dices que piensas.
No quiero pasarme ni quedarme corta. Gracias madre.
Y después de este mensaje creó y compartió archivos para que quedasen establecidos los meses que faltaban del año, después me envió las claves que como Directora utilizaba: email, pc, programas. Luego decía que no me preocupara que como cogía las vacaciones no quería que se le olvidase nada y que iba dejando ya cosas cerradas.
El 2 de junio, penúltimo día de trabajo, envió un email a quien le supliría y a una servidora detallando la situación de la casa. Estaba yo en Zaragoza, contesté agradeciendo sus varios mensajes y diciendo que, aunque no contestase a todos, estaba enterada, respondió textualmente:
Os lo estoy intentando dejar todo por escrito para que tengáis una mayor tranquilidad, pero como bien dices cualquier cosa me llamas con toda confianza.
El viernes 3 de junio fue el último día que vino a la residencia, después siguieron sus vacaciones, ese día nos envió otro correo con varias cosas a trabajar pidiendo copia de lo que se hiciese para cuando volviese dar seguimiento y terminaba diciendo a quien la suplía:
Reúnete con la madre todas las semanas y le vas contando cómo va todo. Cualquier duda o inseguridad habla con ella. Tenla muy muy cerquita. Y todo lo que surja en el día a día.
En ello queda claro que vivía a tope, no se reservaba nada, muchas veces repetía que se encontraba a gusto y así lo expresaba.
Vivía la experiencia de Dios de forma radical, se podía ver esto en sus actitudes, por ejemplo, evitaba toda crítica negativa y cuando era necesario sí verbalizaba sus contrariedades pero lo hacía en privado, también cuidaba el uso moderado del móvil; cuando tuve que entrar a su despacho y recoger sus cosas personales (todas religiosas), al revisar el ordenador para ver que no dejase nada personal, me di cuenta que no tenía nada que no fuese relacionado a la dirección, sólo abría internet para consultar el email y no hacía ninguna otra búsqueda, no me extrañó porque en parte, sabía cómo vivía la fe y el uso de internet lo consideraba una distracción.
UNA MADRE FELIZ
Compartir la feliz noticia de su embarazo fue un momento muy importante porque además de comunicarlo, pedía oraciones para que todo fuese bien y ya desde ese día planeaba cómo se organizaría, sabiendo la posible fecha del nacimiento del bebé, haría vacaciones antes y después de nacer cogería la baja por maternidad para reincorporarse al trabajo cuanto antes, esta era una idea que repetía bastante, tenía interés en volver; Rebeca no solía enviar muchas imágenes o fotos pero del bebé sí, las ecografías con las que se emocionaba espiritualmente, el 25 de enero (2021) envió un mensaje con la noticia que el bebé era un niño y escribió: “Cómo habla Dios en los pequeños detalles”. El 7 de abril escribía: …si Dios quiere el 12 ya será nuestra casita para acoger al precioso niño que viene en camino. Y así continuaron otros mensajes relacionados al niño, y cuando nació, aún estaba en el hospital y escribió …los sacerdotes trayéndonos la comunión todos los días… como siempre, Dios pendiente, lo cierto es que Rebeca se sentía amada por Dios y lo descubría en cada detalle por pequeño que fuese.
UN CORAZON GRANDE DONDE CABÍAMOS TODOS
Estoy segura de que, el grupo HKN se habrá sentido el grupo más querido por Rebeca, a ello dedicó sus fuerzas, ilusión y trabajo con tal de que, con la adoración, todas las personas, especialmente los jóvenes no cayesen en situaciones materialistas sin sentido. Estoy segura de que, muchos sacerdotes se habrán sentido también los más queridos y ayudados por Rebeca que veía en cada sacerdote la presencia de Dios en medio del mundo, pero también estoy segura que, Rebeca quería mucho a nuestra Congregación a través de esta residencia de Toledo donde entregó parte de su vida, donde disfrutaba y aunque hubo momentos de dificultad, le llenaba y serenaba hacer un rato diario de oración antes de comenzar su jornada pues como solía decir, trabajamos por Él.
El 3 de mayo de 2022 escribía en un email:
No veo mejor manera de entregar mi vida que a mi familia y a la iglesia a través de vuestra congregación. Me siento privilegiada y muy afortunada de poder formar parte de un granito vuestro.
Su partida fue humanamente tan imprevista que eso ha hecho que se perciba tan reciente, tan dolorosa y al mismo tiempo una experiencia de gracia haberla conocido y tratado siendo fácil recordarla y casi verla en esta residencia, en la capilla, en los pasillos con la sonrisa que la caracterizaba y con la mirada en la que reflejaba la coherencia con la que vivía interiormente.
Sofía Gutiérrez Soto Religiosa Angélica
Pedro Rosón Martín
Sacerdote de Zamora y misionero en Perú
Me pide Inmaculada, la madre de Rebeca, que escriba una sencilla narración de cómo la conocí y cómo fue su trabajo de voluntaria en Perú. Yo soy un sacerdote zamorano que llevaba 17 años de misionero en Perú; y en el 2018 estaba en el Asilo San José en la ciudad de Casma, en la costa , en el que habían sido acogidas unas 100 personas de todas las edades, todos recogidos en la calle, cuando llegó Rebeca .
Ante una mujer tan admirable, de mirada transparente, solo cabe abrir los ojos, admirar, y guardar silencio. Pero me piden una palabra.
Su figura era estilizada como sacada de un cuadro del Greco, con manos de dedos más aptos para modelar caricias, de sonrisa fácil, y de una sensibilidad fina por la que alargaba aún más su profunda espiritualidad. Y todo envuelto en una humildad con la que sentía respeto por todo lo que veía.
Llegó Rebeca una tarde al asilo acompañando a Rosa Cano, una joven de Valmojados, Toledo, que iba a hacer durante unas semanas un voluntariado en el Asilo. Ella estaba de paso; con cierta timidez me dijo: ” ¿Me puedo quedar un par de días? “
“Mi casa está abierta para todo el que llame, te puedes quedar el tiempo que quieras” le contesté.
Su corazón quedó atrapado en la red que le entretejieron aquellos pobres, pues todos tenían solo como propiedad la intemperie, y algunos ni nombre ni apellidos. Toda su personalidad al desnudo.
Al año siguiente volvió para hacer un voluntariado con el que entregarse a ellos durante casi un mes. Se la veía feliz con aquellos pobres de todas las edades; buscaba material para hacer sus actividades recreativas ; pasaba mañanas y tardes dedicadas a estas tareas y las horas de las comidas ayudando a los más imposibilitados
Al atardecer nos juntábamos para celebrar la Eucaristía la pequeña comunidad, Juanita, que era la directora y fundadora del Asilo, Rosa, Rebeca y yo, en la sencilla capilla que habíamos estrenado ese mismo año.
Todos los días eran Jueves Santo; pasábamos del servicio (lavatorio de los pies) a la mesa de la Eucaristía, como un mismo rito. Y siempre con alegría. Hacíamos largos silencios. Sentíamos que Dios era el centro.
Nuestras comidas en mi casa , todas ellas bastante austeras, eran el espacio para compartir nuestra historia personal, la familia, recorrido por nuestro presente y pasado, hablar de nuestros proyectos para el futuro, poner palabra a tanto gesto vivido en el día, soltar la risotada ante alguna tortilla casi ridícula. Días felices que crearon unos vínculos y experiencias amarradas al corazón.
Rebeca se fijaba en un cuadro que puse en la capilla, a mí me gustaba mucho, de una sacerdote alemán, prisionero en la segunda guerra mundial, Sierge Kôder,” El Lavatorio de los pies”; en el agua sucia de la palangana se reflejaba el rostro de Jesús.
Cuando me vine a España Rebeca me pidió que le consiguiera una copia para ponerlo en su oficina. Fue mi regalo como agradecimiento a todo lo que yo había recibido de ella en Perú.
Supo descubrir el rostro de Jesús en el servicio a aquellos hombres y mujeres sacados de los “basurales “de la sociedad.
“Rebeca, sé que me escuchas, te doy gracias por saber poner esa chispa de luz y de fuego para vivir la fe y el servicio con honda alegría. Me ayudaste a verlo asi. Seguro que has dejado esculpido lo mejor de ti en tu hijo al que llevaste 9 meses en el vientre y tuviste solo unos cortos días en tus brazos”
Pedro Rosón Martín
Sacerdote de Zamora y misionero en Perú
Hermana María Elizabeth
Religiosa Sierva del Evangelio
“Señor, el corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.
Me piden que escriba sobre Rebecca y estoy en el mejor sitio, delante del Señor en el Sagrario para que sea Él quien me inspire lo que quiere dar a conocer sobre ella, ya que como toda persona bautizada cuando se encuentra verdaderamente con el Señor tiene un cambio grande en su vida, porque es imposible conocerlo y no amarlo, amarlo y no seguirlo. Tuve la suerte de conocerla en dos momentos distintos de su peregrinar en esta tierra.
Si tuviese que describirla en una sola palabra diría: “buscadora”.
Mi nombre es hermana María Elizabeth, religiosa Sierva del Evangelio, llegué a Toledo en el año 2012 y empecé mi misión en la Parroquia San José Obrero, donde todavía sigo por la gracia de Dios.
Junto a distintos grupos donde colaboraba estaba el grupo de jóvenes, dónde se reunían cada viernes junto con el vicario D. Alberto (sacerdote joven que animaba el grupo y lo ayudaba espiritualmente). Allí conocí a Rebecca (primer momento, lo definiría como aquel hombre viejo del que habla San Pablo). Una chica líder, inquieta, alegre, que destacaba por muchos dones que le había regalado el Señor, uno de ellos la “voz”, cantaba, digo si cantaba, con toda su fuerza y su energía, no se le ponía nada por delante. Como toda chica de su edad buscaba sobresalir, era competitiva, muy metida como muchos de nosotros en ese mundillo del…quedar bien, que cuenten conmigo, algunas veces hasta algo creidilla. Lo que ella no sabía era que no necesitaba nada de eso para sobresalir, Rebe tenía luz propia, brillaba sin hacer esfuerzo porque el Señor ya se había fijado en ella.
Hubo algunos cambios en la Parroquia, los jóvenes se hacían cada vez más mayores, los estudios empezaban a ser más fuertes y sus expectativas y metas más grandes. Dejé de verla. Pasaron algunos años, sólo oía hablar de ella, se había alejado un poco del Señor por el ritmo de vida que llevaba.
Hasta que la volví a ver…segundo momento (despojándose del hombre viejo) y nada menos que en mi tierra, en el pueblo dónde nací, fue increíble, sin quererlo, ni buscarlo, pura providencia. En aquel abrazo que nos dimos pude sentir y experimentar, que el Señor estaba haciendo grandes maravillas en ella, lo transmitía en su mirada, en su hablar y en su obrar. Había encontrado al Señor, era su momento, y no quería otra cosa nada más que entregarse a Él, en los más pobres y necesitados. Dijo sí al Señor y Él pudo seguir tejiendo hilo por hilo el misterio de amor que tenía preparado para ella. Despertó en muchos jóvenes ese amor por el Señor, ayudó todo lo que pudo a todos aquellos que se cruzaban por su camino. Entregó su vida y el Señor le regaló con el ciento por uno empezando aquí en la tierra, “siendo madre”. Hasta el último segundo de su peregrinar en la tierra siguió dando vida, trajo al mundo un niño precioso que tiene la misma sonrisa que ella.
Gracias Señor por permitirme ser testigo de las maravillas que haces en las personas, porque si Rebecca ha sido un regalo, también lo son su familia y su marido. Que ella siga intercediendo por ellos y por los que seguimos en ésta vida.
Emi del Sagrario
Muy querida Rebeca:
Desde que tu madre me pidió escribir sobre ti, no he parado de dar vueltas pensando qué decir, y cómo plasmarlo. Lo que sí tenía muy claro es que lo haría delante de Cristo Hostia, y aquí me tienes, ante Él, en la capilla de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, ¿casualidad? No lo creo. La Providencia siempre.
Me parece que a estas alturas ya todo el mundo sabe quién eres, y lo digo en presente, porque aunque ya hayas subido la escalerita hacia el Cielo y no podamos verte, te sentimos muy cerquita, y, como digo siempre, nadie se va del todo.
Echando la vista atrás, hace ya casi dos décadas, yo empezaba la carrera de Magisterio. Mis ilusiones por aprender y de estar en un aula eran muchas. Por fin llegó el día de hacer mis primeras prácticas. El colegio elegido fue el Jaime de Foxá. Allá fui con mis nervios pero con inmensas ganas de vivir la docencia, aunque sólo fueran unos días. Como era costumbre, los maestros solían recibir a los discentes en la entrada del edificio principal de la escuela. Todas las mañanas eran así, iban pasando niños, los de Primero, los de Segundo…, la mayoría llegaba con rostro serio, adormilados, se podría decir. Entre tanto niño y tanto saludo, me sorprendió una alumna de 10 años, muy risueña, que tiraba de su mochila con rueditas cargada de libros y deseos de aprender. Era menudita, rubia, con el pelo por el rostro pero muy simpática. Desbordaba una alegría extraordinaria, muy especial.
Sus buenos días eran diferentes. Nos miraba con una alegría como si no nos hubiéramos visto desde hacía mucho tiempo. Esa niña eras tú, Rebeca. Aquel saludo tan alegre y tan lleno de luz, al despuntar los primeros rayos del sol, dejó una huella imborrable en mi corazón de maestra principiante. Tu sonrisa me acompañó en mis años universitarios. Aquel gesto tuyo de saludar tan contenta me hizo cuestionar si había que ir serios al colegio o siempre alegres, como tú. Opté por lo segundo, porque, como decía Santa Teresita del Niño Jesús, “la vida es un instante entre dos eternidades”, y es mejor ir siempre con la sonrisa tatuada.
Al terminar mis prácticas, volví a verte, pero esta vez en la parroquia de San José Obrero, cantando, sonriendo y siempre desprendiendo mucha energía.
Los años pasaron y te perdí de vista. Sabía que cantabas en un grupo, Punto Infinito, si mal no recuerdo se llamaba así y lo hacías muy bien. Dios te regaló el talento de cantar y tú supiste entregarlo a los demás. Pero poco más supe de ti. Yo, por trabajo, pasaba el tiempo fuera del barrio y de Toledo.
Fue en el año 2019, cuando, tras una Pascua que viví en la Hospedería de las Hermanas Pobres de Santa Clara, en Valdemoro, Madrid, me enteré que Hakuna llegaba a Toledo. Eso me sonaba más a la película del Rey León que a “algo” católico. Como una de las compañeras de la Pascua nos avisó de tal acontecimiento, sentí que debía ir a ver qué era aquello. Me acerqué aquel viernes por la noche y fue impresionante ver una iglesia llena de juventud, pero, sobre todo, sentir a Cristo Hostia muy vivo.
Sinceramente, no tenía ni idea de nada de lo que estaba pasando ni de cómo habían elegido la ciudad de Toledo, y, de manera particular, la parroquia de Santa María de Benquerencia. Fue bonito y muy especial, sobre todo para una persona que andaba en búsqueda del Agua Viva, como le pasaba a mi alma. Esto fue un regalo de Dios, pero necesitaba poner rostro humano, saber quién era la persona que nos hacía tan precioso obsequio todas las semanas.
Transcurrieron varias horas santas, cuando, en una de ellas, no había formación, sino un testimonio, o, más bien, el testimonio, el tuyo, Rebeca. El Señor sabe lo que me encanta escuchar a los demás, y, sobre todo, conocer su historia de amor con Jesús. Fue una grata sorpresa verte allí, delante del altar, tan “mayor”, tan alta, con tu pelito rubio, muy cortito, por cierto, pero con la misma alegría de cuando eras pequeña.
Escucharte fue conmovedor, tan llena de confianza en el Señor, tu Dios. Tus deseos de ser santa calaron en mí, porque hasta ese día me parecía algo inalcanzable, pero tú nos enseñaste que todos podíamos serlo y nos lo dejaste ver tan claro que era, y es, verdad. Con tu testimonio visualicé aquello de “El Señor hace nuevas todas las cosas”, así como “los tiempos de Dios no son los nuestros”. O aquella frase de Santa Maravillas de Jesús: “lo que Dios quiera, como Dios quiera y cuando Dios quiera”.
En tu vivencia observé que el Evangelio latía en tu corazón al mismo compás que en un pentagrama. Dios habitaba en ti, y tú en Él. Gracias a esa noche y a tus palabras, supe que eras la que había promovido la llegada de Hakuna a nuestra ciudad, cosa que agradecí, agradezco y agradeceré a Jesús.
Si ya me llamaba la atención tu sonrisa desde niña, ahora te miraba con mucho cariño, tu relación con Jesús era muy cercana. Te veía llegar a la iglesia y lo primero que hacías era dialogar con Dios, estabas ahí, sentada, con las manos en la barbilla, pero parecía que no estabas entre nosotros, sino muy cerca de Dios. Era como que desconectabas de esta vida terrenal para conectar con el Cielo. Lo que hablaras con Él creo que nunca lo sabremos, pero seguro que le darías las gracias por otra Hora Santa, por tantos jóvenes como llegaban y por tantas cosas que están entre Dios y tú.
Fue ya aquí, en esta etapa de tu vida, donde empecé a “ver” tu espiritualidad, tu amor a Dios. También me encantaba observar tus gestos, que no eran pocos, como subir al altar, cuando colocaban la decoración, y veías la custodia colocada de manera incorrecta y la ponías bien, en silencio, sin decir nada a nadie, aunque no te “tocara” hacer esta parte de la Hora Santa, pero siempre estabas dispuesta a darte, a entregarte hasta en los más mínimos detalles que a los demás se nos podían pasar por alto. En esta delicadeza tuya aprendí el valor de un silencio, de no quedar por encima de nadie, sino que desde la sencillez se puede ser santa. También veía algo muy especial en tu alma, como estar sumergida en oración y tener personas esperando cerca de ti, para hablar contigo. Cuando “volvías” y te dabas cuenta de quiénes tenías cerca, les regalabas tu esencia más bonita, tu sonrisa, un golpecito en el hombro, y, además, un súper abrazo. De este gesto tuyo aprendí la importancia de vivir abrazados y siempre acogiendo al hermano que se nos acerca con una gran sonrisa. La madre Teresa de Calcuta tiene una frase que bien se podría aplicar en tu vida: “que nadie venga a ti sin irse mejor y más feliz”.
Hay otra anécdota que me pasó el día que fui al cine a ver la película Vivo. Recuerdo que fui una tarde entre semana, tras salir de mis quehaceres. Fui sola, a ver qué ocurría. Lo vivido en aquella sala de cine fue increíble. Salí demasiado “tocada”, pero cuál fue mi sorpresa, que allí fuera, en la entrada del cine, estabas tú y te acercabas a los que íbamos saliendo. Me preguntaste: “¿qué tal? ¿Has visto la película Vivo?”, mientras me entregabas una tarjetita. Seguías con tu alegría desbordante. Ahí aprecié lo que te importaba salvar almas, acercarlas al calor del Amor de Dios hecho pan. Tenías hambre de que nadie se perdiera, de invitarlas a una Hora Santa, de regalarnos tu alegría, porque tu alegría era el reflejo del único Amigo que nunca falla. Te di las gracias y me llevé tu tarjeta como el mejor regalo, de hecho, la guardé en el Evangelio. En ella se puede leer: “una historia de conquista”, junto con una carita sonriente.
Otra anécdota fue cuando ibais a hacer una Hora Santa en Yepes. Pasasteis el enlace de un grupo de chat de WhatsApp para informar y organizar. Yo me “metí” para estar informada, ya que por entonces vivía cerca de esta localidad toledana. Por cosas de la vida que ahora no recuerdo, ese día no me encontraba allí. Aquella tarde estaba desconectada del teléfono, cuando, al encenderlo, pasadas muchas horas, vi llamadas perdidas y mensajes tuyos. Querías saber si iría con vosotros, para salir todos juntos desde la parroquia de Santa María de Benquerencia. Nuevamente, a través de tu insistencia, me hiciste ver que ese TODOS POR TODOS, era real, tan real, que no querías que nadie se perdiera. Pero más allá de esto, vi esa mano de Dios a través de ti. Cómo dejabas que fuera más Él y menos tú.
Rebeca, siempre te estaré agradecida por tu ejemplo. Nos has enseñado a ser alegres, cercanos, a tener sed de almas, a amar sin medida a todo aquel que se nos acerque, a luchar por los sueños de Dios y a confiar en nosotros mismos. Sin tú saberlo me hiciste ser mejor persona, a saber respirar por lo único que importa en esta vida, que es nuestra Fe en Cristo. Que el mejor seguro es Dios y la mejor protección, la Virgen María, bajo la advocación de la Milagrosa, a la que tenemos una especial y común devoción. Has vivido pocos años entre nosotros, pero has sabido entregarte en cada momento, no había segundo que perder, como las aguas de un río que se nos escapan de las manos para llegar al mar. El Señor te quiso más y te llevó a su lado, pero lo bonito es que tu perfume seguirá embriagando muchas almas necesitadas de Dios.
Gracias, Rebeca.
Gracias, Señor.
Contacto
Si quieres ponerse en contacto con nosotros para transmitirnos alguna vivencia personal con Rebeca, o un testimonio que hayas vivido con ella, envíenos un correo y te contestaremos con la mayor brevedad posible.